Patrimonio inmueble

La arquitectura religiosa de la Comarca de la Sierra de Albarracín que hoy se conserva incluye una catedral, 27 iglesias, 65 ermitas, 4 conventos, un santuario y 40 peirones. La catedral y las iglesias en su conjunto constituyen el principal patrimonio cultural de esta región, si bien no es despreciable el valor de otras construcciones de menor protagonismo y relieve monumental. 
Las iglesias de la Sierra de Albarracín son en general modestas, como corresponde a un país poco poblado y sin grandes recursos. Sólo en algún caso se acometieron construcciones de mayor relieve, como en Albarracín y Orihuela del Tremedal, pero sin dejar nunca de ser iglesias acordes con las posibilidades de las gentes que las construyeron en muchos casos con escaso presupuesto y su propio esfuerzo.

La arquitectura de las ermitas es incluso más modesta que la de las iglesias parroquiales, aunque también las haya de gran prestancia como veremos en este trabajo. Debido a su carácter más popular, están más vinculadas con las tradiciones constructivas de la zona y por tanto, la evolución de los estilos artísticos se refleja en ecos menores, perviviendo por más tiempo los tipos arquitectónicos y constituyendo lo que podríamos llamar «arte popular atemporal».

Arquitectura religiosa de la sierra de Albarracín


Los materiales de construcción

El medio físico y los materiales de construcción disponibles en el entorno son los configuradores de las formas arquitectónicas de la Sierra. El material de construcción más utilizado es la piedra. Las calizas del Jurásico, rocas muy abundantes en el país, o las areniscas rojas del Triásico, se utilizan según los sitios. La técnica de colocación en los muros suele ser la mampostería hecha con piedras irregulares sin labrar. Los sillares labrados se utilizan en esquinas y recercados de huecos, aunque sólo en los edificios de más calidad. Las piedras se asientan con mortero de cal o a veces con yeso y se rejuntan los intersticios entre piedras hasta recubrir parte del frente de éstas y formar una superficie sin huecos ni resaltes que evita la penetración del agua a través del muro.
Los elementos cerámicos son escasamente utilizados, salvo en los tejados. A partir del siglo XVII se extiende la construcción de aleros formados por filas alternadas, en vuelos sucesivos, de tejas y ladrillos. Salvo en escasísimos elementos estructurales sobre todo relacionados con el estilo mudéjar, el ladrillo se usa muy poco en la arquitectura de la Sierra. En los suelos se emplean, a veces, baldosas cerámicas, pero más corriente es que sean de yeso bruñido y a veces pintado. La madera, material abundante también en el país, se utiliza en pisos y estructuras de los tejados y carpinterías de puertas y ventanas.
El otro material extensamente utilizado en la construcción, es el yeso. Abundante también en amplias zonas de la región, se emplea no sólo en enlucidos interiores sino en elementos estructurales, muros, bóvedas y como material de agarre de mamposterías y fabricas de ladrillo. Su aplicación en fábricas mixtas con madera recoge sin duda tradiciones de época islámica y puede verse sobre todo en las casas más modestas.

       El clima frío y duro de estas sierras condiciona también la arquitectura. Los huecos son escasos y de tamaño reducido, más pequeños los que dan al norte. Las fachadas y mayores suelen estar orientadas al mediodía. Los tejados no tienen pendientes pronunciadas pues la abundancia de madera permite construir estructuras de cubierta suficientemente robustas para aguantar el peso de la nieve que en ellos se acumula.

Los estilos arquitectónicos y artísticos

Poco se sabe de los templos religiosos anteriores a la época de la reconquista cristiana de estas serranías en el s. XII. En la época visigoda, cuando la ciudad se llamaba Santa María de Oriente, solo nos quedan vagas referencias literarias que hacen suponer que existía la iglesia que daba nombre a la población y que fue sustituida por otra de fábrica medieval y levantada de nueva planta en 1567 por Quinto Pierres Vedel que conserva la advocación de Santa María y posiblemente la misma ubicación. Todas las iglesias que conocemos hoy en día son de la Baja Edad Media o posteriores, si bien la mayoría de las levantadas en la Edad Moderna son reconstrucciones de primitivos templos medievales que debieron tener menores dimensiones y humildes facturas.


Lo más frecuente es que tengan una sola nave, que en la época románica presenta el característico ábside semicircular o poligonal abovedado, mientras el resto de la nave se cubre con techumbre de madera, normalmente vista desde el interior, para evitar las dificultades de los abovedamientos que requieren cimbra. Este primer prototipo puede prolongarse temporalmente sobrepasando los límites cronológicos del románico. En la sierra de Albarracín no se conserva ninguna ermita de estilo románico, sin embargo podemos ver ábsides poligonales, techumbres de madera y arcos de medio punto, posiblemente debido a que en sus orígenes muchas ermitas serían medievales y posteriormente se fueron ampliando o renovando introduciendo algunas soluciones arquitectónicas diferentes. 

El Gótico Levantino

Ya en el siglo XIV, y por influencia del gótico levantino, se generalizará otro prototipo de gran interés y pervivencia posterior: se trata de las ermitas de una nave rectangular, de ábside recto, con arcos diafragma apuntados soportando la techumbre de madera a dos aguas. El auténtico esqueleto arquitectónico de la ermita son los arcos, con frecuencia en piedra sillar, aunque también los hay de ladrillo, por lo que las paredes se pueden cerrar con materiales más modestos, como mampostería y tapial.

Los tiempos modernos, desde el siglo XVI al XVIII, constituyen una época de esplendor del fenómeno de las ermitas y de las romerías. A principios del s. XVI la mayor parte de la actividad constructiva era realizada por arquitectos y constructores vascos y cántabros a los que apodaban  “los vizcaínos” Familiarizados con la utilización de la piedra devastada y labrada, aplicaron un sistema constructivo de gran sencillez formal que, basado en el empleo de la mampostería para muros y de sillares para esquinas y marcos de portadas, vanos y ventanas.

Así obtenían edificios de planta cuadrangular, de muy poca altura y, en consecuencia, de volumen casi cúbico que solían cerrarse mediante bóvedas de crucería simple o de terceletes rectos con naves de testero recto y en los edificios religiosos más notables con coro alto a los pies. Los estilos constructivos en este siglo evolucionaron en poco tiempo del gótico tardío de influencia levantina al pleno neoclasicismo.

A mediados de siglo Pierres Vedel, un renombrado arquitecto de origen francés, se afincó en la zona e introdujo algunas soluciones arquitectónicas más complejas. Los edificios adquirieron mayores dimensiones tanto en planta como en alzado y más sofisticadas en cuanto a soluciones arquitectónicas: testeros poligonales, capillas laterales, bóvedas de crucería estrellada con nervios rectos al estilo flamenco y elementos clásicos como columnas, arcos de medio punto, etc.

A la muerte del arquitecto galo y de mano de constructores cántabros, entre los que cabe destacar los maestros Hontanillas (autor de la iglesia de la Asunción de Monterde), los Utienes y los Avajas (iglesia del Salvador de Terriente) y de manera especial los Alonso Barrio Dajo (Iglesia de Santa Catalina de Rodenas, la torre de la catedral de Albarracín y dos capillas de la iglesia parroquial de los Santos Justo y Pastor de El Villar), se fueron introduciendo soluciones arquitectónicas aún complejas sobre todo en las bóvedas de crucería estrellada clásica de claras raíces italianas, capillas laterales, principalmente en iglesias, aunque también en alguna ermita como la dedicada al Cristo de la Vega de Albarracín de principios del XVII.

Es también destacable, la influencia del estilo mudéjar en algunos edificios religiosos construidos con ladrillos como en otras zonas de la provincia de Teruel. Esto es debido a que una parte importante de la mano de obra artesanal provenía de la población morisca asentada en la Sierra. En este sentido son destacables la fachada de la Iglesia Santa María de Albarracín y algunas ermitas, en las que se usa principalmente en la construcción aleros volados colocándose en forma frisos de esquinillas.

        No tenemos constancia de que estos maestros se ocuparan de obras menores como son las ermitas, pero en éstas se deja ver la influencia de las soluciones introducidas previamente en los templos mayores.

El Barroco

Pero será el barroco el período artístico que configurará el prototipo arquitectónico de nave única, abovedada con lunetos, a veces con cúpulas sobre el presbiterio, y en casos de mayor importancia hasta con planta de cruz latina, con capillas laterales y con coro alto a los pies y tribunas. Algunas de estas ermitas están dotadas de un pórtico a los pies con soportales y ventanillas en la puerta para poder ver al titular sin necesidad de entrar cuando esté cerrada.  El número de ermitas barrocas o pseudo-barrocas es el que ha llegado hasta nuestros días en mayor abundancia.


Con estos datos podríamos definir un prototipo de ermita serrana con los siguientes rasgos: construidas con muros de mampostería con refuerzos de sillería en esquinas, portada y vanos, de nave única rectangular con dos o tres tramos y testero plano, techumbre de madera a dos vertientes y arcos fajones o de diafragma, espadañas de un vano a los pies y portadas con arco de medio punto hechas con sillares de piedra arenisca o caliza. Un buen representante de este modelo tipo sería la ermita de san Roque de Frías.

Ermita virgen de los Ángeles, planta de ermita de san  Sebastián de Tramacastilla
y techumbre y coro alto de la ermita de san Roque de Bronchales.

Algunas ermitas destacables por su valor patrimonial

La mayoría de las ermitas de la comarca son pequeñas y austeras en consonancia con el tamaño y riqueza de la población que las construyó. No obstante, podemos resaltar algunas de notables características como la ermita del Cristo de la Vega de Albarracín de estilo barroco del s. XVII con magníficas bóvedas de crucería estrellada y una talla medieval de la virgen de la Vega; la ermita de Santa Bárbara de Bronchales de estilo gótico primitivo pero muy transformada que data del s. XIV;  la ermita de la Virgen de los Dolores de Jabaloyas, uno de los ejemplos más sencillos de arquitectura mudéjar tardía fechada en el siglo XVII y el santuario de la virgen del Tremedal de Orihuela, imponente por su tamaño, ubicación y perfecto estado de conservación y por albergar una talla medieval de la titular de gran devoción popular.
Cabe también mencionar como destacables las ermitas de la Virgen del Carmen (s.  XIII-XIV) y San Juan de Albarracín (s. XVII) de estilo mudéjar tardío; las de San Roque de Gea y Santa María Magdalena de Tramacastilla del s. XVI con preciosos pórticos, la Virgen de los Poyales de Rodenas (s. XVI) de estilo mudéjar construida completamente en piedra arenisca, la virgen del Rosario (s. XVII)  de Villar del Cobo por la espléndida decoración barroca de su ábside y cúpula y finalmente, la ermita de la Purísima Concepción (s. XVII) de Valdecuenca por sus bóvedas de crucería, entre otras.
Como ya se ha comentado en otro lugar el Sistema de Inventario de Patrimonio Cultural de Aragón (SIPCA) tan solo otorga categoría de “catalogado” a la ermita de de la Virgen de los Dolores de Jabaloyas, circunstancia que nos parece que debería ser revisada a la vista de las evidencias que ofrecemos en este estudio.

Estado de conservación y  uso actual de las ermitas
        El número de ermitas desaparecidas —24 contabilizadas—, junto con las arruinadas, abandonadas e inhabilitadas para su uso (Ver tablas) en los últimos tiempos va creciendo paulatinamente debido fundamentalmente a la pérdida de devoción, la carencia de recursos de la iglesia, la falta de sensibilidad por parte de la administración y la fuerte emigración de su población. De esta manera, la recopilación de ermitas recogidas en los distintos registros e inventarios que se han publicado, en muchos casos ya no tienen otro valor que el meramente histórico y documental.

USOS ACTUALES
Nº Ermitas
% del total
Usos propios de ermita
32
49%
Uso como iglesia
3
4%
Usos civiles (almacenes, centros culturales, etc.)
13
19%
Sin uso o abandonadas
18
27%
TOTAL ERMITAS
66
100%

Las ermitas que están en buenas condiciones de uso, además de servir para el culto se usan para funciones variopintas como almacenes, centros culturales, aulas de formación, casas de campo particulares e incluso hay una en Calomarde que se usa como toril durante las fiestas y otra en Noguera que actualmente se emplea como fábrica de conservas. En total son 13 ermitas —el 19% de las que están en pie— las que se dedican a usos civiles.
Un fenómeno singular que merece ser destacado aquí es el caso de la ermita de Santa Bárbara de Gea de Albarracín construida recientemente en una finca rural por un particular, José Luis Almazán, para culto privado, algo que era muy común hace tres o cuatro siglos en las masías de la Sierra.

ESTADO DE CONSERVACIÓN
Nº Ermitas
% del total
Buena
24
36%
Excelente
15
22%
En ruinas
15
24%
Regular
7
10%
Mala
5
7%
TOTAL ERMITAS
66
100%



RESTAURACIÓN RECIENTE
Nº Ermitas
% del total
Nada
23
36%
Parcial
18
27%
Total
25
37%
TOTAL ERMITAS
66
100%

          Independientemente del uso que tienen en la actualidad, un factor destacable de la arquitectura religiosa monumental en uso de esta comarca, es su aceptable estado de conservación debido fundamentalmente a las numerosas restauraciones que han tenido lugar en el último cuarto de siglo en que hemos contabilizado 25 restauraciones, afectando a casi todos sus componentes, a lo que habría que sumar un buen número de reparaciones, pintura, tejados, etc. Finalmente, hemos tenido noticias de que muchas están en vías de conseguir financiación para empezar o continuar los procesos de restauración. Destacamos los siguientes casos.

Algunas restauraciones recientes

Ermita de San Juan de Albarracín

En el año 2003 fue restaurada por la Fundación Santa María con un presupuesto de 300.000 Euros. Durante varios años ha sido parte del itinerario turístico “Albarracín espacios y tesoros”.  En 2011 se estaba definiendo un nuevo proyecto de conservación de la ermita para que pueda ser utilizada como Aula educativa.

Las obras incluyeron reabrir el atrio que había sido tapiado, saneamiento de muros y sellado de fisuras quitando las humedades, instalación de calefacción, reparación de la escalera del coro, restauración de las pinturas murales y del púlpito, desmontaje, limpieza y tratamiento general del retablo mayor y, con ayuda del ayuntamiento se acondicionó el pavimento para evitar humedades y se ajardinó la zona trasera instalando bancos de piedra.

Ermita de San Juan de Albarracín antes y después de la restauración


Ermita de San Roque de Bronchales

Ha sido restaurada recientemente y está en perfecto estado. Se ha recuperado la piedra de los muros que fueron enfoscados y encalados a mediados del siglo pasado, siguiendo una moda generalizada en toda la Sierra de imitación a la arquitectura de Andalucía. El interior se restauró completamente: saneando cimientos y muros, reparando la techumbre, coro y renovando el retablo mayor, iluminación y dotando de mobiliario nuevo a todo el conjunto.

Ermita de San Roque de Bronchales antes y después de la restauración

Ermita de Santa Bárbara de Bronchales

En septiembre de 2012 se emprendieron obras de rehabilitación de la deteriorada cubierta de la ermita financiadas por la Comarca de la Sierra de Albarracín, Asiader y el ayuntamiento de Bronchales. Así mismo se ha restaurado la fábrica eliminando el encalado y recuperando el terminado de mampostería original.

Bajo el ruinoso tejado y totalmente oculto por la techumbre actual se encontraba todavía el primitivo artesonado de este santuario, con tablas policromadas o talladas cuyo origen, en un primer análisis, ha sido situado entre finales del siglo XIII y principios del XIV. Muchas de las tablas ya no conservan pintura alguna, pero son bastantes las tablas talladas y policromadas que se encuentran en un relativamente aceptable estado de conservación. La mayoría de los dibujos que se conservan en las tablas corresponden a escudos y señales de tetrabarradas del Reino de Aragón.


Ermita de Santa Bárbara de Bronchales antes y después de la restauración y tablas medievales encontradas



Ermita de Nuestra Señora de la Holyalda


Tanto su exterior como su interior han sido restaurados en 2007 por la Fundación Santa María de Albarracín. La intervención se desarrolló a petición del Ayuntamiento de Torres, que había iniciado ya la recuperación de la ermita. En el interior, la restauración ha consistido en la reparación de los yesos de los muros y en la decoración en yesería del retablo, que ha sido sometida a tratamientos de conservación y consolidación. En algunos puntos se han reintegrado volúmenes desaparecidos. Los trabajos de restauración han incluido la retirada del rejuntado de cemento de las fachadas para su sustitución por un mortero similar al original, a base de arena y cal y al que se ha dado una coloración equivalente a la que pudo tener la argamasa primitiva. También se han reparado el tejado y los aleros, así como las maderas de los dinteles de las puertas y ventanas. La intervención se completa con una limpieza y adecentamiento del entorno del edificio, lo que reforzará su atractivo general.


Ermita de La Hoyalda de Torres restaurada


Ermita de San Bartolomé de Saldón

Ha sido restaurada por iniciativa de su ayuntamiento que es el actual propietario del templo tras la cesión del Obispado de Teruel-Albarracín. Las obras de restauración se terminaron en el año 2009 y han alcanzado tanto al exterior como al interior y al mobiliario que ha sido completamente renovado. Las obras han sido financiadas por el Departamento de Economía del Gobierno de Aragón y el ayuntamiento de la localidad. Su estado actual es excelente en contraste con el ruinoso estado de la iglesia parroquial y las otras dos ermitas de la localidad, Santa Cruz y San Roque, todas situadas en el casco urbano.


Ermita de San Bartolomé de Saldón antes y después de la restauración


Ermita de San Roque de Valdecuenca

Restaurada recientemente con un presupuesto de ciento cincuenta mil Euros  gracias a las subvenciones del Departamento de Política Territorial del Gobierno de Aragón. Las obras de rehabilitación de la ermita de estilo gótico renacentista de San Roque del siglo XVII en Valdecuenca han finalizado en 2011, tras su ejecución en varias fases. La primera de ellas se inició en 2008. La ermita, tras la cesión del Obispado de Teruel-Albarracín, se convertirá en un centro cultural del municipio.



Ermita San Roque de Valdecuenca antes y después de la restauración


Ermita virgen de los Dolores de Jabaloyas

      Ha sido restaurada en 2009 con un presupuesto de ciento ochenta mil Euros aportados en un 92% por la Dirección General de Vivienda y Rehabilitación del Gobierno de Aragón y el resto por el ayuntamiento del municipio, que consiguió que las autoridades eclesiásticas la cedieran para uso como aula cultural. La ermita se encontraba en avanzado estado de ruina ya que tenía parte de la techumbre caída y grandes grietas en sus muros. La restauración ha consistido en fijar toda la estructura para evitar que se volviera a abrir. Además, se ha recuperado la cubierta, que estaba hundida. En la rehabilitación se ha eliminado una antigua capilla que se construyó hace unas décadas ya que “restaba valor al conjunto”, según indicó el director de la obra, el arquitecto Sergio Izquierdo.

Ermita de los Dolores de Jabaloyas antes y después de la restauración


Ermita Santuario de la virgen Del Tremedal


Santuario virgen del Tremedal desde los años 1960 hasta la actualidad
Casi todas las ermitas de la Sierra han sido destruidas y reconstruidas varias veces a lo largo de su historia desde las primitivas que debieron datar de la Edad Media. El mayor paradigma de este hecho posiblemente sea la ermita santuario de la virgen del Tremedal cuyos orígenes se remontan posiblemente a los tiempos de la colonización de los Azagra en el siglo XII.
Se tienen noticias ciertas de una renovación en 1748 y de su destrucción a manos de los franceses en 1809. En 1880 se volvió a reconstruir gracias a los planos del arquitecto Fernando Yarza. Desde entonces ha habido varias renovaciones y reparaciones pues la ermita era destino frecuente de peregrinos y a una gran actividad de culto local. La última gran renovación tuvo lugar la última década en la que además del edificio religioso se reconvirtió la hospedería en centro de interpretación de la virgen del Tremedal.